Cada
amanecer una partida.
“Ese pobre instante adoptado por mi ternura
desnudo de sangre de alas…”
A. Pizarnik
En el mágico mundo de
lo posible, cada amanecer es una partida, toda puesta de sol una esperanza que
se acerca.
Ella vive en el tiempo sin tiempo de la
huída. Sus ojos tienen vida frente a la espera y su respiración ensaya la
mansedumbre junto al destiempo que la habita.
Por allá, donde
despunta la luz y en un parpadear
también desaparece, donde el día se va desarrollando y las angustias se
hacen soportables, vendrá él.
Ese signo breve, que
apenas se divisa en el horizonte, ese punto que se agranda en la lentitud de su
vida, se convertirá un día en la barca que lo regresará a su mundo.
Frente a ella, acuática pradera cobra vida,
mansa a veces, otras furiosa y encrespada. Sin embargo es solo un indicio más
de su adentro.
El pensamiento es una
golondrina que sigue su instinto y emigra. Lleva en sus alas sueños que aterrizan en puertos desconocidos
pero regresan a su mente, como si cada jornada fuera un nuevo verano.
Ancla y desancla su mirada en la lejanía, en
el misterio de silenciosas medusas que bailan en su cerebro cansado. ¿Es la
espera quien la seduce o el regreso?
Cada amanecer una partida. ¿Cada partida un regreso?
de la Antología "De por acá nomás"-2011
Fue un placer pasar por este espacio. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, abrazos!
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