miércoles, 11 de abril de 2012


Cada amanecer una partida.

                                                  “Ese pobre instante adoptado por mi ternura
                                desnudo  de sangre de alas…”
                                                                  A. Pizarnik

En el mágico mundo de lo posible, cada amanecer es una partida, toda puesta de sol una esperanza que se acerca.
   Ella vive en el tiempo sin tiempo de la huída. Sus ojos tienen vida frente a la espera y su respiración ensaya la mansedumbre junto al destiempo que la habita.
Por allá, donde despunta la luz y en un parpadear  también desaparece, donde el día se va desarrollando y las angustias se hacen soportables, vendrá él.
Ese signo breve, que apenas se divisa en el horizonte, ese punto que se agranda en la lentitud de su vida, se convertirá un día en la barca que lo regresará a su mundo.
   Frente a ella, acuática pradera cobra vida, mansa a veces, otras furiosa y encrespada. Sin embargo es solo un indicio más de su adentro.
El pensamiento es una golondrina que sigue su instinto y emigra. Lleva en sus alas  sueños que aterrizan en puertos desconocidos pero regresan a su mente, como si cada jornada fuera un nuevo verano.
   Ancla y desancla su mirada en la lejanía, en el misterio de silenciosas medusas que bailan en su cerebro cansado. ¿Es la espera quien la seduce o el regreso?
Cada amanecer una partida. ¿Cada partida un regreso?
                                                              de la Antología  "De por acá nomás"-2011

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